ENTREVISTA CON: Carlos Romero Aires.

Desde el Puerto Deportivo Tomás Maestre.
San Javier. La Manga. Mar Menor.
Región de Murcia. España.

Carlos Romero Aires durante 42 años se ha dedicado a la enseñanza, profesor de secundaria, hasta que me jubilé a los 68 años prácticamente. Y los últimos 26 años he ejercido de director en los distintos centros donde estuve, en 3 en concreto. Me dio mucha pena jubilarme, porque para mí era un trabajo muy divertido, no exento de responsabilidades, ni de peleas, pero tenía muchos amigos y me lo pasaba muy bien.

Yo soy de Madrid, aunque si pudiera elegir, sería de Cádiz; digo esto porque tengo una pasión por el mar, y con mi padre empecé. El trabajaba en Palma de Mallorca y estábamos todos los veranos allí, veranos de 6 meses. De niño ya contacté con el Mediterráneo, y a partir de ahí, el mar, el mar, el mar.
La primera afición en el mar fue el buceo; soy de los buceadores más mayores del curso.

¿Cuándo empezaste a venir al Mar Menor, justo al Puerto Tomás Maestre?

Nosotros empezamos a venir al Mar Menor de vacaciones aproximadamente hace unos 30 años, yo ya me puedo considerar manguero, no creo que haya ningún murciano que pueda decir que no pertenezco a La Manga. Son años…

Son años viniendo todos los veranos, todos los puentes, siempre que podía. Y empecé buceando, después compré un barco Nacra 5.0, que es un catamarán, después compré un segundo Nacra 5.0, después compré cuatro clases A de distintos fabricantes, y nos dedicábamos a pasear, pero con el objetivo básico de hacer regatas. Tuve la suerte de poder asistir en Secenático, en la costa del Adriático italiana, un campeonato del mundo de clase A y otro en Barcelona. Como soy muy malo, quedé a la altura de mis conocimientos, habían 100 barcos, quedé el 74 y el 72 (risas).
Pero si es verdad que allí he tenido amigos como Juan Antonio, Virgilio, que me han enseñado muchísimo, en el tema de la vela principalmente.

Ellos eran campeones de España, Carlos Sabater, otro de mis íntimos amigos, no sé la cantidad de trofeos que tiene en su casa. Ese contacto con gente que verdaderamente sabía, que yo fuera torpe, me ha beneficiado en muchísimos aspectos. Y luego ya pensé en jubilarme y con ello vino la compra de un barco de crucero, para hacer crucero, no para hacer regatas sino para salir. Yo ya había hecho unos pinitos, ya había estado en Canarias, Azores, y me gustaba mucho el mar.

El año pasado ya nos volvimos a acercar a cruzar el Atlántico, con Javier Babé, que fue el primer español que llegó a la Antártida navegando en una embarcación de recreo, y gracias a eso, tenemos una bandera española colocada allí, en una de las distintas bases científicas que tiene España.

Llegó con un velero con el cual nosotros ya habíamos navegado, se llama “Idus de Marzo” que es una goleta de tres palos, de acero, una gesta increíble, meterse en un barco de esas características de 22 m de eslora, creo recordar.

Otra persona que me ha influenciado mucho, que tiene un amor especial por todo lo del mar, y especialmente en excursiones largas, con él crucé el Atlántico y llegamos a la isla de Guadalupe, que no era nuestro objetivo, éste era llegar a una isla que se llama Culebra, que está cerca de Puerto Rico y estar por allí haciendo chárter (excursiones contratadas) durante un mes por aguas del Caribe.

Pero nos pilló en mitad de la travesía cuando nos enteramos que había este problema con el Covid, el día que le ganó el Atlético de Madrid al Liverpool, conectamos la radio. No sabíamos nada.

Y cuando intentamos acercarnos a aguas americanas, los americanos nos dijeron que nanay de la china; entonces no nos quedó más remedio que refugiarnos en aguas europeas y llegamos a la isla de Guadalupe, y allí nos dijeron, “sí sí, bienvenidos, quédense aquí y fondeen; no se muevan. No pueden salir del barco”.

Sólo una persona podía llegar con el dingui (la lancha hinchable auxiliar) a la orilla, dar un papel diciendo lo que van a comer y se lo traen al dingui, lo pagan y ya está. Se pueden bañar alrededor del barco y punto. Esto fue en febrero-marzo de 2020.
Puedo decir que he atravesado el Atlántico esta vez, sin pena ni gloria. El Atlántico no es cruzar el Atlántico, es disfrutar de ambas orillas. En la de aquí disfrutamos, porque salimos de O Grove, en Galicia. Y la excursión es larga, 48 días. Fue una travesía importante.

* Club Náutico d’O Grove
http://www.cnsvicente.org

Era con un velero que se llama La Peregrina, de 22 m, de Acero.
Íbamos seis, había un médico que es capitán de yate, Javier Babé que es capitán de yate, su mujer Cristina, que era patrón de yate, pero era la almirante del velero. El Hijo de Javier Babé y un muchacho, Boiro, un gallegazo, que también era profesor de instrumentos medievales, en la escuela de artes y oficios. Tiene barco también, pero con muy poca experiencia, de ir a lugares cortitos. Yo iba con una tripulación absolutamente garantizada. Ningún problema.

En la travesía al Atlántico no pillamos ninguna tormenta, no pillamos absolutamente ningún mar complicado.

Cogimos los Vientos Alisios a la altura de Islas Canarias, no antes, y ello hizo que fuéramos muchas horas de motor porque los vientos eran muy flojitos. Algo que nos obligó a gastar prácticamente todo el depósito, que eran 1.500 litros de gasoil.

En solitario he estado en Menorca, a Ibiza tres veces, al Cabo San Vicente en Portugal.
He estado en la Isla de Culatra, es un arenal que está justamente en frente de Olhao, al sur de Portugal.

* Isla de Culatra, en el Algarve portugués:
http://ilha-da-culatra.en.algarve-portal.com

Hemos cruzado el Estrecho de Gibraltar en las dos direcciones y creo que habremos conocido unos 30 puertos de la costa del Mediterráneo, desde este barco.

El barco se llama “Maryné”, su nombre se debe a que es la conjunción de las palabras “Mari Irene”, que es el nombre de mi mujer. ¡Me encanta que se llame así! Fue una decisión mía personal y ahí sigue…

Lo compré aquí mismo en este pantalán, en el Puerto Tomás Maestre. Lo ví con el cartel de se vende y llamé de inmediato a la empresa que hacía de intermediaria.
Es de los Astilleros Wauquiez, que conoce muy poca gente. Éste es un barco francés, del que hay muy poquitas unidades en España.
https://cutt.ly/dhAdoVX

Tiene 15 años. De este barco en 10 años se han construido 300 unidades. No es un barco de los que se hacen miles. Yo lo conocía, y no tuve la menor duda de adquirirlo inmediatamente. Es que ni entré en el barco, una cosa curiosa.

Llamé al dueño, le pregunté cuanto, me dijo tanto, y le dije que íbamos a cerrar el trato. El barco nos costo en casa 120.000 euros.

No es ni barato ni caro y después de usarlo, me parece baratísimo.
Este barco tiene un francobordo muy alto, está muy sólidamente construido.
Se anuncia como motovelero, y como ves tiene una luminosidad extraordinaria. Tiene un motor de 56 CV, está muy bien hecho y pesa unas 12 toneladas de desplazamiento. Un barco de estas características de 40 pies puede llegar a pesar, 9 toneladas, 7 toneladas, como mucho 10 toneladas.

Yo lo veo positivo para hacer crucero, mucho más estable evidentemente, y tiene un bulbo de plomo de 3.800 kilos. Y luego, cualquier detalle constructivo que le veamos al barco está hecho a mano, diseñado de una forma muy personal por una empresa familiar.

Éste tiene bañera a popa. Hay dos modelos, con la bañera central suelen ser los modelos nórdicos, magníficos barcos, no me hubiera importado tener uno así. Con bañera central no vas más seguro, y con la bañera a popa no vas más castigado, en absoluto. Es cuestión del barco que llevas… y creo que cada cual se acopla al sistema que lleve. Éste es un barco cómodo de trabajar con aguas importantes.

Llevo velas de 8 onzas, resistentes y pesan, no llevo vela mayor de capa. Es un tejido reforzado especial que no es un drácon, que se supone que tienen que aguantar 10 años dándole tralla. No creo que me aguanten tanto si las fuerzo.

Llevamos enrollador de mayor, bien es verdad, que cuando hay tormenta todo falla, pero por ahora hemos enrollado la mayor, 1 rizo, 2 rizos, y si llevara de capa, mejor, pero eso es un follón. Le pusimos una trinqueta que hace las veces de tormentín, pero es un coñazo, al enrollar y desenrollar con los trasbordos.

En el viaje cruzando el Atlántico con ese barco de 22 m, la Peregrina, la forma de organizarnos eran guardias de 2 h, o incluso de 4 h pero en parejas, para poder mantenerte despierto charlando y compartiendo detalles. Así las horas se pasan rápidamente, e incluso a veces estabas deseando que te tocara guardia para reanudar conversaciones que se habían quedado a medias. Se hacia corto el viaje…

Íbamos todos siempre preparados para levantarse, ya que en el Atlántico cualquier cosa te puede pasar. En cualquier mar por supuesto, pero el Atlántico hay que estar siempre alerta. Y a cualquier maniobra nos levantábamos todos.

El Capitán era quien cocinaba. Yo personalmente me decanto por Cocinero Capitán.
En un viaje a Azores encontramos olas de 6 m, olas que eran como cordilleras de extensión, gigantescas, y vientos de 45 nudos, que nos obligó a acuartelar el barco en mitad del Atlántico.


Acuartelar, es una maniobra que se utiliza para poner el barco navegando por largo. Lo que se hace es llevar el puño de la escota hacia barlovento, de manera que se ofrece más superficie de vela al viento.

Con las embarcaciones grandes, las maniobras requieren de 4 personas como mínimo. Si había que cambiar la génova o poner el tangón, había que estar los 6 presentes en cubierta. Sólo el tangón ya pesa una barbaridad en ese barco. Cosa que, en un barco más pequeño, entre 2 se puede manejar.

Mi barco lo he llevado en solitario, aunque no he realizado grandes travesías. Se maneja solo porque todos los winches son eléctricos, el enredador de la vela mayor es eléctrico, el génova se maneja estupendamente, le he puesto una trinqueta por si entran vientos duros y funciona muy bien.

Pretendo irme a Canarias de nuevo con el barco en solitario, y la última adquisición ha sido ponerle un piloto de viento. Es un seguro muy grande por si te falla el timón, tienes un timón suplementario y no consume electricidad.

No funciona tan fino como un piloto automático, cabecea un poco más, pero la verdad es que los grandes navegantes oceánicos es lo que llevan. Yo lo que hago es copiarles. Éste es de la marca “Hidrovan”, que lo vi a algún navegante de la Vendée Globe, y eso me decidió en ponerlo. Hay que aprender de esos maestros. Copiar, siempre copiando.

Carlos, ¿qué síntomas son los que detectáis, cuando estáis navegando, en los que hay que ponerse en guardia en navegaciones en alta mar?

Es la voz del vigía, el que hace la guardia es el que tiene las decisiones. Cuando el barco empieza a cabecear, cuando el barco empieza a irse de rolada, cuando se sale de rumbo… hay que controlar a los pilotos automáticos, porque se salen de rumbo. Hay que estar siempre pendiente.
Cuando hicimos Azores ahí si tuvimos tormenta, olas impresionantes y todos estábamos en cubierta bien atentos al mar con sus vaivenes.

Estuvimos en todas las Islas de Azores menos en Flores, que está muy apartada. Que, por cierto, en la Isla de Flores, Javier Babé tiene una casa, y normalmente cuando hace el Atlántico siempre se detiene en su Isla. Pero hubo un huracán y destrozó el puerto, entonces su barco no puede atracarlo ahí.

Para estas travesías ya tienes que llevar una carga de agua especial, un depósito de diésel especial, tienes que tener una intendencia muy estudiada. Por ejemplo, en diésel mi barco tiene un depósito de 200 litros. Hay que triplicarlo para meterte en una travesía importante. Mínimo unos 600 litros. Y si valoras que la provisión de combustible merma, quedarte parado en medio del océano sin motor en marcha. No puedes agotar tus reservas. Prácticamente siempre hay que llevar un tercio del depósito en reserva por si surge un problema.

La ventaja del Atlántico es que siempre viento vas a tener. Dónde te va a llevar, eso es otra cosa.
No hay buen viento si no sabes donde te lleva.

La mejor lavadora en alta mar, es poner la ropa en una red y por la popa. Así perdí una vez una toalla, que la des por perdida, y en el anzuelo de la caña de pescar la captures. Eso si es una gran casualidad.

Y con el tema de la pesca, creo que soy gafe, porque quien sale conmigo no pesca nada. Los que cruzan el Atlántico son tremendamente pescadores, pero no picó nada.
Desde las costas de Galicia hasta la Isla de Guadalupe pescamos 4 pececitos de nada, y llevábamos una parafernalia de aparejos de pesca que ni te lo puedes imaginar. Estaban asombrados. Decían que era imposible pescar tan poco. Yo cuando salgo por las cercanías de la costa murciana pongo una línea de pesca. El día que pesque algo lo publicamos…
Mantenemos una tertulia unos minutos sobre la forma que tiene Carlos de mantener la línea del curricán. Él afirma que “es de los que por pescar, lo soltaría todo; es de los que van a la pescadería”.

Soltar el curri superficialmente es más difícil que piquen, como hemos comprobado algunos, como cuando profundizamos añadiendo pesos y bajando la velocidad de la embarcación.
Depende del pececillo que lleves y la velocidad a la que el fabricante aconseja colocar ese en particular. Hay que ir cambiándolos, ya que la velocidad durante las travesías, también varía.

Si llevas sonda de pesca y puedes detectar a que profundidad va el pescado de mayor tamaño, pues se profundiza poniendo peso o con profundizadores, que se elevan a la superficie cuando ha picado el pescado. Hay que aprender de los que se dedican a eso muchos años…

No hay que pasar hambre en alta mar, ni privarse de disfrutar del pescado fresco al horno o en sopa. Ahorra muchas latas de conserva como víveres. Esencial respetar las normas del parásito anisakis en algunas especies de pescado.

Los momentos más difíciles que habéis tenido?

Hemos tenido roturas, más que vendavales. Roturas coincidiendo con vientos fuertes. Se nos rompió el tambor de la génova, se soltó la génova, y estuvo dando latigazos por cubierta, y claro, había que pillarla, ya que si te enganchaba te subía como a un paracaídas.
Ese día lo pasamos mal. A mi mujer y a mí nos costó prácticamente 4 h dominar ese problema y al final -tengo que reconocer-, que fue ella la que le dio cara, se tiró de cabeza a coger el puño de escota y la que dominó la vela. Y luego enrollarla. Volvió a pasarnos esto en otra ocasión en Formentera, pero como no había viento pues la cosa fue fácil, hacía solo unos 30 nudos.

Bueno, para que esto no suceda, en el barco estás continuamente de averías. Aunque fíjate que es una avería rara, el tambor lleva un cabo enrollador, al final de ese cabo hay un nudo, y precisamente ese nudo que normalmente es un ocho, se soltó. Y eso es rarísimo, aunque ahora lo tengo asegurado ese nudo con un cabito más fino para que no se deshaga, y al mismo tiempo lo tengo con pegamento.

Y chubascos fuertes donde pierdes la orientación totalmente, tienes la sensación de no saber donde está la costa, no se ve nada. Y mientras te está cayendo una cortina de agua intensa y opaca. Para eso tenemos el radar.

A la altura de Tarifa, nos pilló algo conocido que lo llaman la batidora, donde te entran vientos de treinta y tantos nudos, el mar está picado, como si estuviera hirviendo, lo pasamos con casi 40 nudos de viento -al timón mi mujer-, pero no pasamos en ningún momento sensación de no saber dónde nos estábamos metiendo. Son cosas que se pasan a las pocas millas y pasamos.
No es un fetch muy largo, como podría ocurrir en el Atlántico, por las distancias enormes sin obstáculos para el viento, pero en el Mediterráneo eso no ocurre, los fetch aquí son mucho más cortos.

¿Un día que lo hayáis pasado muy mal?

En plan peliculero, entrando en el puerto de Barbate con una ola muy fuerte y tú ves que el barco no lo manejas, lo maneja la ola, y te estás metiendo por la bocana y ves que en cualquier momento se te cruza el barco. Tú no dominas el barco, te lo domina el mar, es como todo, si tienes buena suerte pues no pasa nada. Desde el barco todo te parece pequeño y todo se magnifica.

Una vez dentro del puerto y ya ves que estás junto al primer muelle te tranquilizas, aunque había muchísimo viento, pero no la ola. Aquí el problema era la ola.

No sé lo que hunde más barcos, pero creo que más el mar que el viento.

Con el viento, tienes más mecanismos para superarlos, tomas rizos, te pones a la capa, te pones de popa, pones un tormentín, sueltas estachas por popa -tengo el barco preparado para soltar cabos-, pero cuando el mar se pone, ahí sí que no hay tu tía.

Las velas te mantienen el equilibrio de los balances, pero el motor es el que te defiende. No hay pieza menos importante y hay que jugar con ambas.

El turbo es otro problema, cada cosa que le añades al barco es otro elemento que corre el riesgo de avería, si no llevásemos radio, no se nos hubiera estropeado la antena de la radio. Si no llevases piloto de viento, no se nos estropearía, si no llevases radar no corres el riesgo de que se estropee -éste es el segundo que coloco-… (risas)

Otra de las cosas que nos ha pasado es intentar entrar en puerto en tormenta y no poder, porque llamas a los puertos -sobre todo en verano-, no haber plazas en dos recintos portuarios consecutivos.

Creo que los marineros y los puertos, a veces no son demasiado conscientes del riesgo que corres, y algunos les es más cómodo decir que están llenos, y se quitan el problema de salir a mojarse esperando a que llegues para atracar.

Y tuvimos que poner el barco cerca de la costa de Nerja, en unos acantilados que hay allí, fondeado, con el viento soplando hacia tierra, tuvimos suerte que el ancla agarró, pero estaba a veintitantos metros, así que tuvimos que echar prácticamente toda la cadena y parte del cabo; pasamos toda una noche, en la que no duermes, pendiente con el oleaje que siempre amenaza con ir a más. Y pendientes de arrancar el motor por si se suelta…
Se nos echó la noche encima, y precisamente nos quedamos con el radar averiado en un viaje a Málaga y tuvimos que fondear.

Cuando haces muchas millas, la sensación en momentos determinados de a ver que va a fallar ahora, pues es casi permanente.

La sensación en un fondeo difícil, de que cuando lo necesites pudiera ser que el motor no arrancase. ¿Y ahora que hacemos aquí? Aunque siempre hay algún ángel de la guarda que te lo resuelve… eso está claro. En principio siempre se tiene una especie de inseguridad… Pero vamos a ver, ¡si hemos llegado hasta aquí!

En Puntas Negras, una playa más allá de Mazarrón.
Fondeados, y a la hora de salir, el motor de arranque no funcionaba. Pues aprendimos, porque los bornes del motor de arranque se habían sulfatado. Pero de repente. Siempre había arrancado a la primera, y en ese momento dejó de arrancar. Y lo arrancaron unos mecánicos de Mazarrón colocando simplemente un destornillador entre los bornes.

Yo no sabía que eso se arrancaba así, incluso hay un spray que es exclusivamente para la conservación de los bornes de baterías, motor de arranque, etc.

El spray lo que evita es que ocurra.
https://cutt.ly/ghVoSh6

Mientras, entramos a comentar las barbaridades de las averías de mar. Los costes por ser material o recambio marino se multiplican, y en algunos productos no es rentable buscar materiales marinizados, porque no lo están o dan un resultado poco eficiente. Las averías no tienen porque ser caras.

Has de disponer de tiempo para dedicarlo a revisar y a aprender a hacerlo por tí mismo.
Buscar sin prisas ahorra mucho dinero y disgustos cuando has comprado equipos a un precio desorbitante. Lo de las prisas es muy relativo, por supuesto. No te puedes permitir el lujo de estar parado 10 días para que te traigan un alternador.

Hay que mirar, mirar y preguntar. Consultar foros, pero sobre todo, consultar a los que llevan años delante de nosotros con experiencia y práctica. Siempre hay alternativas ante el saqueo. Aunque siempre pagas bien el pato cuando no puedes esperar a un recambio y es cuestión de tiempo.

Un detalle, un alternador marino vale de 1000 a 1700 euros. Es lo mismo que un alternador de coche, que te vale de 200 a 400 euros. Luego la instalación. Como te entre un mecánico en el barco, ya estás vendiendo el reloj de tu padre para pagar la factura. Sabemos todos que es así…
Por cierto, un dato curioso. En el cruce del Atlántico, el capitán que también estuvo en la Antártida, llevaba 7 alternadores de recambio. La respuesta que obtuve fue que igual no se averían, pero que si empiezan, fallan… eran de coche. Y los instalaba él mismo. Este hombre es capitán de la marina mercante. Con estos detalles te das cuenta de la cantidad de carencias que tienes.

Le pregunto por el fondeo, y si usa a veces dos anclas en la misma cadena.
Fondear con dos anclas me parece un error tremendo. De esto de los fondeos hay mucha literatura escrita. Tengo mucha información recopilada en tres o cuatro meses a propósito del fondeo.
Fondear con dos anclas en la misma cadena, una a unos 15 metros de la otra, al final te las arranca las dos, bien es verdad que hay gente que lo hace así, y lo defiende a capa y espada, y gente que te dice que no lo hagas.
Es bueno saber un poco de inglés, porque en esto, los que saben son los que se pelean con los vientos duros.

Los neocelandeses, los australianos, en general, todos los que navegan por el Pacífico. Los ingleses, grandes navegantes, americanos, que lo llevan todo con una seguridad extrema. Todos coinciden en una sola ancla, tirar no más de 6 ó 7 veces la longitud de la profundidad a la que estamos. Porque llega un momento que ya es inútil. Lo óptimo son 5 ó 6 largos de cadena siempre que el fondo sea de arena. Cuando el fondo es de barro, se dan otro tipo de circunstancias.
Aquí en el Mar Menor yo he llegado a la conclusión con el lodo de que hay que echar el ancla, no mover el barco, y en un tiempo, que pueden ser hasta dos horas, entonces le das unas paladas atrás para que termine metiendo la punta de un ancla medio hundida en el barro por su propio peso.

El fondeo es uno de las situaciones que te da una cierta inseguridad. Ponemos las alarmas de fondeo, que están continuamente funcionando al irte a dormir, y al final terminas por apagarlas porque no hay nadie que las soporte. Yo les veo muy poca utilidad a estas alarmas que trabajan por internet.

La ventaja de tener un barco pequeño precisamente es porque no tienen la inercia de empuje que tiene cuando la corriente, las olas o el viento, te saca el ancla del fondo. Yo hablo de barcos que están entre los 12 m. hasta los 6 m. Por debajo de los 6 m. ya son piraguas.

Que por cierto hay gente que hace grandes travesías en barcos de 6 m. Ahí tienes a Héctor García, de este Puerto, que fue con un 6 m. a Grecia y volvió. Es una muy buena experiencia, tiene mucho mérito sí. Pero para eso hay que ser joven.

Cuando ya llegas a mi edad, todas las precauciones son pocas.
La ventaja de llevar un barco grande, de más de 12 m. entre olas, un barco con estas dimensiones supera mejor y con mayor facilidad contra el oleaje, respecto a un barco pequeñito que se las traga todas. Va dando pantocazos todo el rato. Los barcos de bulbo, los barcos de quilla corrida que son los ideales para navegar, que han dejado de fabricarlos porque son mucho más caros.

¿Algún puerto que se te ocurra, como puerto al que no volverás?

Bueno, entramos en Adra (Almería). El problema no es el puerto, el problema es la desatención del puerto. Cuando tú llamas por radio, y les dices que si nos pueden echar una mano, al menos indicarnos donde tenemos que atracar… un desastre total. Allí no había nadie, un berenjenal de mucho cuidado. En el propio Barbate había un solo marinero para atender a todo el trabajo.
En general, los puertos de la comunidad andaluza, en los puertos oficiales me refiero, tienen unos presupuestos tan menguados y dan tantas pérdidas que están muy mal atendidos, los muelles, poca marinería, las duchas. Bien es verdad que con gran diferencia son los más baratos. Si te vas a Marina Ibiza, pues te vale 3 veces más, pero entras en un baño que está limpio. Entonces, todo es relativo.

¿Carlos, de todos los lugares donde has estado, a cuál te gustaría volver?

A todos. Volvería a todos.

El sitio más espectacular donde he fondeado es Culatra. Es ese arenal al sur de Portugal, antes de llegar al Cabo de San Vicente. En la Ría Formosa. Antes del Covid, venían entrando allí entre unos 400 y 500 barcos fondeados. Y en la época del Covid éramos 73 barcos fondeados.

La ría tiene muchísima corriente, hasta el punto que para entrar en la ría, hay que entrar a la hora D, en que la corriente te lo permite, y para salir también hay que elegir la hora en que la corriente desciende y te permite maniobrar con seguridad. Hay que consultar la carta de mareas, si no, ni entras ni sales.

¿De la ruta del Guadiana, río arriba, Carlos, que nos puedes contar?

Íbamos a hacerla, porque me parece una travesía estupenda, la tengo estudiada y tengo el derrotero marcado y el puerto donde que hay que llegar y las millas que hay que recorrer; está muy balizado, vas metido como en un fiordo, metido entre rocas, y nosotros tenemos un calado de 2’10 m. Y pasamos perfectamente, pero nos pasó una incidencia con un compañero de otro barco y fuimos a ayudar, y lo dejamos para otra ocasión.
Es una ruta de dos días.

Hay un pueblito antes del final navegable, donde tienes un muelle y puedes atracar de alguna manera, valoramos que eso es un día y poco, para visitar.
A mí me gustaría haber recorrido el Caribe, es la idea que teníamos. El Pacífico me atrae muchísimo. La idea de estas islas de los cocoteros, pero a mi edad y con este barco lo veo tan imposible, tan alejado…

Yo tengo una idea muy clara, es la de no alquilar, aunque mi mujer insiste en que donde vayamos alquilamos un barco y recorremos aquello, pero es que a mí me gusta mi embarcación, “sobar mi madera”, y me siento seguro en ella.

He buscado equipo para atravesar el Atlántico, costeando gran parte de la travesía yo, pero la gente me ha fallado y me he quedado plantado, con las ganas de irme con éste. Después ya me fui con el de Javier Babé. Y lo pasamos genial.

Al Caribe, ¿qué sitio recomendarías?

He estado dos veces en Cuba buceando. Los jardines de la Reina. Para llegar allí a esos cayos, hay que navegar un día entero. Saliendo de Puerto Júcaro, la parte norte del Cocodrilo de Cuba, y te metes casi hasta las Islas Caimán prácticamente –es protectorado inglés-. En buceo allí espectacular pero caro. Allí fui con mi amigo Paco Candela. (Paco es todo un referente del buceo y de la fotografía submarina a nivel mundial)

Yo hice con él los cursos de buceo, en el gimnasio del Moscardó en Madrid. Las prácticas las hacíamos en La Pileta de saltos de trampolín de la Universitaria, que tiene 5 m. de profundidad. Y la práctica de mar la hicimos en Altea, hace 50 años.
Desde entonces, he ido a muchos viajes con él. Yo era aún un estudiante y él ya era un empresario. Tenía su propia empresa.

Costa rica, un parque nacional espectacular entero, con nueces de macadamia extensiones y extensiones inacabables. El salto del Ángel. Buceando entre tiburones.
La isla de Guadalupe se ha convertido en un sitio de élites, allí viven los ricos franceses, con unos barcos que te paralizan la respiración. Nada que ver con esto, vamos… todo es muy caro.
Si te vas a la zona inglesa, imposible.

Y por cierto, si llegas en barco a los EEUU, no te vale el permiso que te facilita la embajada por internet. Tienes que pasar una entrevista personal, en Madrid. Y si no pasas la entrevista, no hace falta que vayas. Tardan más de un mes en facilitarte el correspondiente papel. Y si entra a un puerto alguien sin los papeles, al capitán pueden meterle en la cárcel de inmediato, por tráfico de personas. Hay que informarse muy bien.

Lo curioso de navegar, es que tú te puedes montar en un barco como hay cantidad de testimonios, y sin haber subido nunca, en el día a día, suponiendo que no pasándolo bien, yo experiencia de vela tenía, experiencia de crucero no, ninguna, pero velas sí. Me he montado en un crucero pensando que iría bien porque sabía manejar las velas, y el crucero son muchas más cosas.

Tengo una anécdota cuando compramos este barco y cuando lo pagué, el dueño se fue, pero aún no habíamos salido con el barco. Ni siquiera lo habíamos arrancado. Y cuando intentamos ponerlo en marcha no arrancaba. Llamé de inmediato para ver que ocurría y me dijeron si había puesto los machetes. ¿Los machetes? ¿Y eso qué es? Pues las llaves de paso que dan corriente a todo el barco, a los servicios, al motor de ancla, al motor… No sabíamos nada, y habíamos navegado mucho. Cada barco es una historia diferente.

¿Atracar con este barco? Ni idea.
¿La hélice de proa? Ni siquiera sabíamos que este barco llevaba hélice de proa y cuando empezamos a usarla, pues espectacular.

Compras un barco, empiezas a investigar, a probar y a usar las cosas, y apareces sin darte cuenta ya en la Polinesia. No hay que tener miedo a nada. Respeto sí.

En el tema de estachas para poder echarlas por popa en temporales, ¿cómo lo tienes?
Lo tengo preparado el barco, 2 con 100 metros cada una.

¿Un lugar para vivir?

Maldivas, aunque estas islas te las recorres en 2 horas. Y algunas zonas de EEUU, o del norte de Canadá.

Libros y Recomendaciones:

* “Mecida por las olas” y leer “El Tintín”
* La Aventura de Heric Tabarli. (En Internet está completo…)

ERIC TABARLY. ESTUDIO DE LA VIDA DEL MARINO Y DE LAS INNOVACIONES NÁUTICAS QUE APORTÓ.
https://cutt.ly/sh7HTW4

Detalles que hemos recopilado de su PELÍCULA (Eric Tabarly):
https://cutt.ly/vjaspR6

Acerca de Jose Miguel y Rocio

CREANDO RELACIONES DE COLABORACIÓN, EN EL MUNDO... Proyecto COMPROMISO MARINO - "Uniendo miradas hacia el mar y los océanos". NO SOMOS UNA EMPRESA, somos una organización sin ánimo de lucro que recibió el Galardón al Medio Ambiente en el año 2002, a su trayectoria educativa, investigadora y de difusión de la información medioambiental, durante 20 años. Una trayectoria apadrinada por el Centro de Investigaciones y Promoción de Iniciativas para Conocer y Proteger La Naturaleza y el Consejo Mundial para La Naturaleza (WCFN). Nuestra organización fleta un velero para conocer el estado de salud de sus costas, mares, pesca, especies y estado de la calidad de las aguas. Una oficina itinerante que viaja de Puerto en Puerto. En la actualidad se encuentra en el Mediterráneo. (Enero 2022) Al mismo tiempo realizando reportajes muy diversos, de lugares de interés, entrevistas a navegantes y a expertos en muchas materias como en la construcción de barcos, incluyendo el mundo de la gastronomía, cuna cultural de relaciones humanas para conocer los productos y especias que se combinan en cada tierra, aprendiendo de sus gentes, allá donde el viento nos lleve. ¡Una herramienta que puede ser útil para navegantes, supervivientes y viajeros!

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